Una competencia es la capacidad de realizar una tarea de manera efectiva en un contexto específico. Implica no solo el conocimiento técnico, sino también la combinación de habilidades, actitudes y valores necesarios para desempeñarse con éxito. Una persona competente es capaz de aplicar sus conocimientos y habilidades en situaciones reales, enfrentando desafíos y adaptándose a cambios con eficacia y compromiso.
La intersección de estos elementos conforma la competencia completa, lo que asegura que la persona no solo sepa cómo hacer algo, sino que también esté comprometida a hacerlo bien.
Para el desarrollo de competencias, es clave no solo enfocarse en lo que la persona sabe hacer, sino también en su motivación y disposición para aplicar esos conocimientos y habilidades. Según el diagrama, desarrollar competencias implica trabajar en cuatro áreas principales:
Cuando alguien reúne el conocimiento, las habilidades y la actitud, pero además tiene el compromiso de aplicar todo esto, se activa su potencial. Este potencial, bien orientado y gestionado, permite desarrollar competencias efectivas que pueden aplicarse en el ámbito laboral o personal. Es decir, la competencia se convierte en la manifestación del potencial de una persona al combinar lo que sabe, lo que puede, lo que quiere y el compromiso de hacerlo.
Desarrollar competencias no es solo una cuestión de adquirir conocimiento técnico, sino de alinear habilidades, motivación y compromiso en un proceso constante de mejora. Esto permitirá a cualquier persona ser más efectiva y agregar valor tanto a su crecimiento personal como al éxito de su equipo u organización.
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