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¿Eres vaso o río?

ERES VASO O RÍO - REFLEXIONES - NEPTALÍ CASTRO

Esta es una pregunta que nos podemos hacer para reflexionar sobre cómo reaccionamos ante las situaciones que nos generan estrés, frustración o enojo. ¿Somos capaces de dejar pasar lo que nos molesta y seguir adelante con una actitud positiva, o nos quedamos estancados en el resentimiento y la amargura?

La metáfora del vaso y el río nos ayuda a entender la diferencia entre estas dos formas de afrontar las dificultades. Si se vierte sal en un pequeño vaso que contiene agua, ¿qué pasa con el agua?, ésta, se volverá salada, y consecuentemente no podremos tomarla, o no al menos con agrado. Por el contrario, si un poco de sal se vertiera en un río cristalino, ¿qué pasaría con el agua del río?, ésta seguiría su transitar y su sabor no se habría afectado, o lo habría hecho de manera tan mínima que se podría beber sin problema.

Imaginemos un día cualquiera, tenemos un evento que nos altera (una discusión, la demora de un taxi, la no correcta atención en un local, etcétera), seguramente nuestra primera reacción será sentir enojo, sin embargo, podemos elegir, ser vaso o río, es decir, discutir con la otra persona, a tal punto de generar una ofensa, quedarnos con el malestar y que este se prolongue durante el resto del día (o días), o en cambio dejar fluir y construir una actitud positiva que nos acompañe en nuestras demás labores a pesar de lo sucedido.

Ser vaso o río no depende de las circunstancias externas, sino de nuestra capacidad interna de regular nuestras emociones y actitudes. No se trata de negar lo que sentimos, sino de expresarlo de forma asertiva y constructiva, sin dejar que nos domine ni nos dañe. Ser río implica tener una mayor resiliencia, es decir, la habilidad de sobreponerse a los obstáculos y adaptarse al cambio.

¿Cómo podemos ser más río y menos vaso?

Aquí te comparto algunos consejos que pueden ayudarte:

  • Identifica lo que te molesta y reconoce tu emoción. No la reprimas ni la ignores, pero tampoco la exageres ni la alimentes. Dale un nombre a lo que sientes y acepta tu responsabilidad sobre ella.
 
  • Respira profundamente y relaja tu cuerpo. El estrés y el enojo suelen generar tensión muscular y alterar nuestra respiración. Para calmarnos, podemos hacer ejercicios de respiración consciente y relajación progresiva, que nos ayudan a oxigenar nuestro cerebro y liberar el exceso de energía negativa.
 
  • Busca una perspectiva más amplia y positiva. A veces nos enfocamos solo en lo negativo y perdemos de vista el contexto y las posibilidades. Podemos preguntarnos: ¿Qué puedo aprender de esta situación? ¿Qué puedo hacer para mejorarla? ¿Qué aspectos positivos tiene mi vida? Estas preguntas nos ayudan a ampliar nuestro horizonte y a valorar lo que tenemos.
 
  • Practica la empatía y la compasión. Muchas veces nos enojamos con los demás porque no entendemos sus motivos o sus circunstancias. Podemos intentar ponernos en su lugar y comprender su punto de vista, sin juzgar ni criticar. También podemos ser más compasivos con nosotros mismos y perdonarnos nuestros errores.
 
  • Expresa tus sentimientos y necesidades de forma asertiva. La asertividad es la habilidad de comunicarnos de forma respetuosa y honesta, sin agredir ni someternos. Podemos expresar lo que sentimos y lo que necesitamos sin culpar ni atacar a los demás, usando frases como «yo siento», «yo pienso», «yo necesito». También podemos escuchar activamente lo que los demás tienen que decirnos y buscar soluciones conjuntas.
 
  • Busca actividades que te hagan sentir bien y te distraigan. Cuando estamos enojados o frustrados, tendemos a rumiar lo que nos pasó y a alimentar nuestro malestar. Para romper este círculo vicioso, podemos buscar actividades que nos gusten y nos relajen, como leer, escuchar música, hacer ejercicio, meditar, etc. Estas actividades nos ayudan a liberar endorfinas, las hormonas del bienestar, y a recuperar nuestro equilibrio emocional.

¡Podemos elegir!

Ser vaso o río es una elección que podemos hacer cada día. Si elegimos ser río, podremos fluir con la vida y disfrutar de cada momento, sin dejar que las dificultades nos amarguen ni nos detengan. Ser río es una forma de vivir más plena y feliz.

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